
Todos, en algún momento, hemos tenido que volver a empezar.
A veces porque fallamos. Otras porque nos rendimos. Algunas porque simplemente la vida nos empujó hacia una nueva etapa, aunque no lo habíamos planeado. Y es ahí, justo en ese momento donde termina lo que conocíamos y comienza lo incierto, que se vuelve tan necesario aprender el arte de volver a empezar.
Porque sí, volver a empezar es un arte.
No es simplemente repetir lo mismo desde el inicio. Es volver con cicatrices. Es regresar con lecciones aprendidas. Es levantarte, no con ingenuidad, sino con esperanza. Porque volver a empezar no significa que todo se ha perdido, sino que Dios todavía no ha terminado contigo.
La Biblia está llena de historias así. De personas que pensaban que ya no había más capítulos para escribir… y Dios les regaló una nueva página. Moisés, después de huir al desierto. Pedro, después de negar a Jesús. El hijo pródigo, después de tocar fondo. Cada uno tuvo un nuevo comienzo. Y en cada uno de ellos, Dios no los dejó comenzar desde cero, sino desde el corazón transformado que ahora tenían.
Volver a empezar requiere humildad. Porque tienes que reconocer que algo no salió como esperabas. Que perdiste algo. Que necesitas ayuda. Pero también requiere valentía. Porque volver a levantarte, con miedo, con dudas, con menos fuerzas que antes, no es para cobardes. Se necesita mucha fe para volver a creer… especialmente después de haber caído.
Y tal vez eso es justo lo que hoy necesitas escuchar: no está mal volver a empezar.
No está mal si dejaste de orar, y hoy decides retomar tu devocional.
No está mal si te alejaste del llamado, y hoy decides volver a decir “sí” a Dios.
No está mal si bajaste la guardia en tu carácter, y hoy decides volver a luchar por ser alguien íntegro.
Porque el amor de Dios no es un contrato que se cancela al primer error. Es un pacto eterno, renovado una y otra vez por la gracia. Dios no se cansa de ti. Y mientras haya aliento en tus pulmones, hay un nuevo comienzo disponible.
Así que, si estás ahí, frente al lienzo en blanco, con manos temblorosas y corazón quebrado… pinta de nuevo.
Vuelve a construir. Vuelve a confiar.
Vuelve a empezar.
Porque no es vergonzoso tener que volver a empezar. Lo que sería una tragedia… es quedarte tirado pensando que no puedes.
Y por si lo dudas: Dios es un experto en nuevos comienzos. Su misericordia no se recicla… se renueva. Cada mañana. Para ti. Para mí.