Tu talento no es coincidencia, es un llamado

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Tu talento no es coincidencia, es un llamado


Tu talento no es coincidencia, es un llamado

A veces pensamos que nuestros talentos llegaron a nosotros por accidente. Que son una especie de combinación genética o una influencia del entorno que simplemente nos tocó. Pero cuando Dios está en la historia —y créeme, lo está—, no hay accidentes. Todo lo que eres, todo lo que sabes hacer, todo lo que te apasiona… fue puesto en ti con propósito.

Dios no te dio talentos por casualidad, sino por llamado.

Ese ojo detallista, esa capacidad de conectar con las personas, ese oído musical, esa creatividad para hacer algo hermoso con tus manos, ese liderazgo natural, esa facilidad para aprender herramientas digitales… no son una simple coincidencia. Son parte del diseño con el que Dios te formó desde antes de que nacieras.

El salmo 139 nos recuerda que fuimos tejidos en lo secreto. Cada parte de nosotros pensada, formada, diseñada con intención. No solo para existir, sino para participar activamente en los planes de Dios aquí y ahora.

Y ese llamado no tiene que parecerse al de otros. No tiene que ser ruidoso. No tiene que ser espectacular. Pero sí debe ser obediente.

Hay personas esperando el mensaje que tú puedes comunicar. Hay personas que conectarán con Jesús a través de la forma en que tú sirves. Hay momentos en los que lo que tú haces con tus talentos será la respuesta a una oración que alguien más hizo.

Y cuando usamos nuestros dones con un corazón dispuesto, se genera algo hermoso: Dios se glorifica, la Iglesia se edifica, y el mundo es bendecido.

¿Y si no usas tu talento?
La obra de Dios seguirá avanzando, porque Él es soberano. Pero tú te perderás el gozo de participar en lo que fuiste creado para hacer.

Dios no solo te llamó a conocerlo, sino a servirlo. Y para eso te equipó.

Así que deja de pensar que lo tuyo no cuenta. Deja de compararte con lo que hacen los demás. Deja de poner excusas que apagan lo que Dios encendió. Tu talento no es coincidencia. Es una invitación divina. Es una parte esencial del llamado.

Úsalo.
Afílalo.
Entrégalo.
Y verás cómo Dios lo usa para algo más grande de lo que imaginaste.