Cuando el escenario apunta al pesebre

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Cuando el escenario apunta al pesebre


Cuando el escenario apunta al pesebre

Diciembre es una de las temporadas más creativas del año.
Luces, guiones, música, ensayos, producciones, diseño, transmisiones… todo se activa. Y en medio de tanta preparación, es fácil que el por qué se pierda entre el cómo.

Porque sí: hacemos todo para celebrar la Navidad, pero a veces sin darnos cuenta, convertimos el pesebre en un escenario… cuando en realidad, el escenario debería apuntar al pesebre.


Cuando todo gira alrededor del programa

Hay algo peligroso en el exceso de “lograr que todo salga bien”.
Cuando lo técnico, lo artístico y lo logístico se vuelven el centro, Jesús pasa a ser parte del guion en lugar de ser el motivo.

Pero la Navidad no empezó con un evento perfecto.
Empezó en la sencillez de un establo, con silencio, vulnerabilidad y presencia.
Ahí donde no había luces, solo una promesa cumplida.

Y quizá eso es lo que Dios sigue esperando hoy:
equipos que no se esfuercen tanto por brillar, sino por señalar.


El pesebre sigue siendo suficiente

El poder de la Navidad no está en el diseño, ni en la producción, ni siquiera en la música.
Está en el mensaje.
Dios se hizo hombre.
El cielo se acercó.
La esperanza tomó forma humana.

Eso es lo que todo escenario debería comunicar, sin importar si hay mil personas o veinte.
Porque cuando el escenario apunta al pesebre, los corazones apuntan a Cristo.


Crea con intención, no solo con inspiración

Como creativos, a veces medimos nuestro trabajo por el resultado visible: la reacción del público, los comentarios, las vistas.
Pero el verdadero éxito no está en cuánta gente aplaude, sino en cuántos miran hacia Jesús después de ver lo que hiciste.

Tu cámara, tus luces, tu canción o tu arte… pueden ser la ventana por la cual alguien vea al Salvador por primera vez.
No subestimes eso.


Volver al centro

Esta Navidad, asegúrate de que todo lo que prepares tenga un solo propósito: revelar a Jesús.
Si el escenario, la canción o el guion apuntan a Él, entonces todo el esfuerzo valió la pena.

Porque el verdadero centro de toda creatividad,
de todo servicio,
de toda celebración…
sigue siendo el pesebre.