¿Cómo aprendemos a adorar?
Es fascinante cómo, en la actualidad, tenemos acceso rápido y fácil a una inmensa cantidad de información y conocimiento que nos puede ayudar y enseñar acerca de cualquier tema que queramos aprender. Basta con entrar a cualquier tipo de plataforma para encontrar contenido de todo lo que deseamos saber, ya sea en una página oficial, un blog, un video de YouTube o incluso en un TikTok que, en solo 20 segundos, te dice todo lo que necesitas saber sobre el tema que estás buscando. Y mencionamos esto con una connotación positiva.
Definitivamente, tener acceso al conocimiento y a la información es algo positivo, con la capacidad de enriquecer nuestras vidas. Celebramos esta facilidad de aprendizaje, pero a la vez reconocemos que hay ciertos temas que juegan un rol diferente cuando se trata de aprender. Para nosotros, como comunidad de Director Creativo, uno de los pilares de nuestras conversaciones es el tema de la adoración.
Entendemos que hacemos muchas cosas: producimos, diseñamos, componemos, cantamos, lideramos. Y, justamente, todas estas actividades pueden aprenderse con cualquier recurso que nos ofrezca diferentes consejos y pasos para desarrollarnos: "Cómo ser un mejor líder en cinco pasos" o "Cómo ser un mejor músico con tres consejos", etc. Sin embargo, cuando se trata de adoración, encontramos una diferencia.
Por eso, en esta entrada queremos abordar la pregunta: ¿Cómo aprendemos a adorar?
A diferencia de producir, diseñar o manejar la logística de un evento en la iglesia, la adoración no es un aspecto meramente técnico. No es algo que involucre solamente nuestras manos, ni se trata solo de planificación mental. La adoración no es un concepto que se puede agendar, planear, estructurar o producir. La adoración no es un programa ni un proyecto.
Cuando vamos a la luz de la Biblia, entendemos que la adoración no es lo que hacemos, sino lo que somos y lo que brota de nosotros. La Biblia nos llama adoradores: aquellos cuya manera de vivir expresa de manera tangible una adoración a Dios.
Por lo tanto, la pregunta "¿Cómo aprendemos a adorar?" se vuelve más compleja. Aunque sería increíble poder decir: "Los tres pasos para aprender a adorar son estos", la realidad es que adoramos porque conocemos a Dios y porque nos relacionamos con Él. La adoración está íntimamente ligada con la manera en la que aprendemos a conocer y a relacionarnos con Dios.
La mejor invitación para responder a esta pregunta sería no hacer un proyecto con nuestras manos, sino llevar a cabo una devoción en nuestro corazón.
Si buscamos una manera más práctica para aprender a adorar, podemos compararlo con la experiencia de ser padres. Cada vez que un matrimonio tiene su primer hijo, todos repiten la misma frase: "Este hijo no viene con un manual de instrucciones". Los padres, aunque puedan tener una noción de cómo ejercer su paternidad, en realidad lo aprenderán y lo desarrollarán a medida que viven su rol. Es imposible ser un buen padre sin tener hijos, por mucho que puedas tener toda la información y conocimiento disponible. La única manera real de aprender a ser padre es siendo padre.
Creo que este ejemplo aplica de manera similar al tema de la adoración. Podemos leer todos los libros y tener toda la información correcta, pero la única manera de aprender a adorar es, adorando. Y, mientras adoras, aprenderás a adorar.