La historia más creativa jamás contada
A veces olvidamos que la historia más creativa del universo no nació en una mente humana, sino en el corazón de Dios.
Antes de que existieran las luces, los guiones o las producciones navideñas, ya existía un plan eterno que superaría toda imaginación:
Dios mismo se haría hombre.
No hay idea más original, ni acto más creativo, que un Creador convirtiéndose en parte de Su creación.
El infinito entrando en el tiempo.
La perfección vistiéndose de fragilidad.
La eternidad respirando entre nosotros.
Eso… es la Navidad.
La creatividad de Dios tiene nombre: Jesús
Desde el principio, Dios no se limitó a crear mundos; también creó caminos para redimirlos.
Y lo hizo de la forma más inesperada: no con poder visible, sino con ternura.
No en un trono, sino en un pesebre.
El plan de salvación no fue un cambio improvisado,
fue la demostración de una creatividad divina que no busca sorprender, sino salvar.
La encarnación es la prueba de que Dios no solo imagina lo imposible… lo hace posible.
El plan más original
Si tú y yo hubiéramos escrito esta historia, probablemente la habríamos hecho espectacular: ángeles, reyes, escenarios, multitudes.
Pero Dios eligió lo contrario:
el silencio de una noche, el llanto de un bebé y la fe de una joven pareja.
Porque la creatividad de Dios no necesita producción,
solo propósito.
Y en ese pesebre humilde, el cielo mostró su mejor diseño.
Crea como tu Creador
Cada vez que soñamos, escribimos, cantamos o diseñamos algo para Él,
reflejamos un poco de esa misma creatividad divina.
No para impresionar, sino para apuntar hacia el Autor original.
Porque la verdadera inspiración no viene de la novedad,
sino de volver a mirar lo eterno… y encontrarlo otra vez asombroso.
La Navidad es el recordatorio de que Dios sigue creando belleza en los lugares más simples.
Y cada vez que tú usas tu don para hablar de Jesús,
estás participando en la historia más creativa jamás contada.