Ya es domingo, ya estás en la iglesia, todos los equipos ya están preparados y arranca un contador con diez minutos en cuenta regresiva en la pantalla. Este es el indicador de que la reunión está a diez minutos de comenzar. La comunidad de la iglesia está platicando, mientras esperamos el tiempo en que inicie la reunión; los de la alabanza están conectando sus instrumentos, los de producción ya están listos y cada Ministerio solo espera la cuenta regresiva para dar inicio a la reunión de domingo. Hasta que llegue el momento, hay diez segundos en pantalla. Terminan los diez segundos y el equipo de alabanza con una energía y un ánimo lleno de alegría. Saludan a la iglesia diciendo “Hola iglesia, sean todos. Bienvenidos a nuestra reunión…”, y así comienza nuestra reunión de domingo.
Aunque sabemos que no se ve exactamente igual en todas las iglesias, probablemente haya algo similar en las reuniones de tu iglesia, como lo que acabamos de mencionar. Hay horarios y específicamente hay un momento en el que se inicia la reunión. Ya sea con una bienvenida o con una canción de alabanza, tenemos una hora fija de arranque.
Por supuesto que esto es algo totalmente lógico, y por supuesto, sumamente funcional, ya que todos los equipos debemos estar listos para ese momento. Sin embargo, el tema que queremos traer a la mesa en esta entrada es considerar una idea que quizás podemos pasar por alto.
Como equipos, al tener una hora fija de inicio, podemos sentir que el arranque de nuestra participación para servir a la iglesia está destinado a iniciar en ese momento. Por supuesto, es así, pero al enfocarnos tanto en esa hora, podemos, sin darnos cuenta, tomar una perspectiva con horario, que pasa por alto la realidad de que la atmósfera de servicio y de adoración que estamos tratando de propiciar para la gloria de Dios y el servicio de la iglesia no inicia necesariamente en ese horario solamente. Queremos animarte a ampliar nuestra perspectiva acerca de la atmósfera de servicio y adoración, no solo en un segmento de la reunión, sino de principio a fin.
¿Cuándo empieza realmente el servicio de adoración?
Sería muy interesante que como equipos, ya sea de alabanza, de medios, de ministerio de niños, o cualquier otro ministerio que está sirviendo a la iglesia, el domingo, nos hiciéramos y nos planteáramos esta pregunta: “¿Cuándo empieza realmente el servicio de adoración?”.
Aunque pareciera ser muy inofensiva esa pregunta, dedicarnos a responderla con seriedad muy probablemente va a abrir nuestros ojos para darnos cuenta de la importancia de no limitar nuestros servicios solamente a una hora en particular.
Muy probablemente la mayoría contestemos que si lo pensamos bien, nuestro servicio inicia desde antes de esa hora en la que inicia la reunión, ya que una vez más planteamos la idea de que la adoración no son cuatro canciones, o cinco, más bien la adoración es una postura del corazón que busca darle la gloria a Dios y servir a la comunidad de la iglesia por amor.
¿Cómo se ve una perspectiva de adoración por horario?
Aunque todos pudiéramos concordar en la verdad de que la adoración va más allá de un horario, muchas veces nuestro conocimiento no se ve aplicado o reflejado en nuestro día a día, así que también queremos considerar algunos síntomas que nos hacen saber cuando estamos operando en la perspectiva de adoración por horario.
Aunque pudiera haber muchos síntomas, el más evidente, y el más probable de ellos es cuando los equipos llegan directamente a instalarse en su área de servicio, puede ser ir a los instrumentos, oír a las consolas de audio o de medios para encender y dejar todo listo, pero no hay un espacio en donde las personas de los equipos toman el tiempo de estar con toda la iglesia, de servir a los demás, de conectar realmente con las personas a las que están apunto de servir.
Por usar una ilustración, se puede notar esta perspectiva cuando cada equipo de ministerio, al llegar a la iglesia, solamente llega directo a la cocina, pero nunca se sientan a la mesa a compartir el pan con todas las personas a las que van a servir.
Debemos saber y reconocer que esto puede pasar antes del inicio del servicio de adoración, y también muchas veces puede suceder después del servicio. Es cuando termina la reunión, y los equipos rápidamente toman su rumbo para salir pronto de la iglesia, con una sensación de satisfacción por haber servido, pero sin realmente haber conectado o haber pasado un tiempo de calidad y de comunión en la mesa con toda la iglesia.
Procurando una atmósfera de principio a fin
La intención de esta entrada tiene como propósito recordarnos que nuestro servicio y la manera de procurar una atmósfera de adoración y de amor hacia la iglesia sucede antes de que el contador con cuenta regresiva de inicio a la reunión. Sucede en el momento en que llegamos a la iglesia y saludamos a nuestros primeros amigos y hermanos en la fe. Sucede entre semana cuando seguimos procurando el bienestar y la relación con todos los miembros de nuestra comunidad. Sucede al terminar la reunión cuando nos quedamos a convivir, a tener una comunión cercana y aún a procurar tiempos de convivencia entre nuestra misma comunidad como ir a comer y seguir siendo cercanos.
Un consejo práctico
Para terminar esta entrada, no quisiéramos concluir esta idea sin dar un consejo práctico que nos pueda ayudar a procurar estas atmósferas.
Hablando con el pastor de una iglesia, nos comentaba que para procurar esto lo que ellos hacían es que trataban de reducir el mayor tiempo posible de preparación antes de la reunión para que quedara más espacio de conexión y convivencia con los demás de la iglesia. Por ejemplo, en su iglesia nos comentaba que los domingos los de la alabanza hacían un pre-ensayo dándole una repasada a todas las canciones, cosas que han cambiado en la actualidad, procurando solamente hacer un soundcheck rápido, para que el equipo de la alabanza pueda estar con toda la iglesia y dedicar lo menos posible a los instrumentos y a los aparatos electrónicos antes de la reunión.
Así que dentro de la posibilidad y la capacidad de cada quien, un consejo práctico sería reducir los tiempos de preparación antes de la reunión para dejar un espacio más grande en la conexión y en la convivencia.
Recordemos que adoramos a Dios más allá de un horario; es nuestra vida, y es nuestro llamado.