El poder de conectar
Una de las principales ideas detrás de la creación de las redes sociales era que la sociedad tuviera una herramienta que hiciera posible la conexión de miles de personas de una manera rápida y accesible. De esa manera, mucha de la tecnología con la que contamos en la actualidad se centra en hacer que las personas puedan crear comunidades a pesar de las distintas fronteras geográficas y demás obstáculos.
De ésta forma, la popularidad de las redes sociales ha ido en aumento y se han vuelto cada vez más indispensables para la sociedad. Independientemente de que el uso de las redes sociales sea positivo o negativo, su crecimiento exponencial expone la gran necesidad que hay detrás del corazón del ser humano: el conectar con otros.
Desde el principio de los tiempos, Dios diseñó y creó el mundo entero y habló bien acerca de todas las cosas creadas. Sin embargo, como seguramente ya lo has leído antes, cuando la Biblia narra la creación del hombre, Dios destaca una situación en particular que es distinta a la de el resto de la creación:
Génesis 2:18 Después, el Señor Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo…” [Puntos suspensivos agregados por el autor]
Todo era bueno y perfecto como Dios lo creó pero cuando se refiere al hombre, la Biblia nos enseña que no era parte del plan de Dios que el ser humano estuviera solo. Dios diseñó al hombre para que se relacionara con Él, pero también para que se relacionaran entre sí.
Cada ser humano tiene esta necesidad intrínseca en su vida y en lo más profundo de su corazón. Esto es algo que como iglesia y dentro de nuestros equipos ministeriales debemos de tener en cuenta para todo lo que hacemos.
¿Por qué? Porque las personas no van a la iglesia como espectadores a una sala de cine. A pesar de que van a ver y a escuchar, debemos tener en cuenta que una de las necesidades internas de sus corazones es conectar: conectar con Dios y conectar con las personas.
En esta entrada queremos hablarte de esta necesidad que si la identificamos (y por la gracia de Dios) logramos suplir, se convertirá en un poder, el poder de conectar.
En cada una de las juntas de planeación o proyectos a desarrollar dentro de la iglesia o cualquier ministerio debemos de tener presente el conectar. Esto significa que cada cosa que planeamos debemos de dirigirla no solo a que las personas la reciban sino que se involucren y logren conectar.
Un ejemplo de cómo podría funcionar esto en el ministerio es el siguiente:
El Cafesito
Una de las áreas de servicio en mi iglesia es “El Cafesito”. Básicamente es una pequeña sección en el salón de la iglesia que está ubicado en una esquina. Cuando montamos esa área de servicio, inicialmente era una mesa con cafeteras, vasos, endulzantes y servilletas. Así que la manera en que esta área funcionaba consistía en que cuando una persona tuviera el deseo de tomar un café durante la reunión, podía ir y servirse su café.
Era algo que cada quien hacía de una manera individual hasta que un día tuvimos la idea de que esa área pudiera aprovecharse no solo para ser de servicio, sino también para conectar. Así que el cambio que hicimos fue: asignamos a dos personas con un gafete con sus nombres que estaban ahí para servir el café. Su tarea era que cuando las personas llegaran a servirse su café, en lugar de hacerlo de una manera individual, más bien fueran atendidas por este par de servidores de nuestra iglesia.
La función de estas dos personas es saludar al invitado, ofrecerle servir el café y mientras se lo servían preguntarle cosas como: “¿cómo estás?, ¿cómo te fue en la semana?, ¿es la primera vez que nos visitas?”, y tratar de entablar una conversación pequeña. Mientras el servidor terminaba de servir el café, debía de preguntarle su nombre a la persona y escribirlo en el vaso, de esta manera, los demás podrían acercarse a él por nombre. Este es tan sólo un ejemplo de cómo un área de servicio puede convertirse en una oportunidad para conectar.
Cuando conectamos con alguien, no solo estamos ayudando a que la necesidad de cada persona se supla sino que también estaremos más conscientes de lo que Dios quiere hacer en nuestras reuniones ya que sabremos qué es lo que las personas que asistieron en la reunión están viviendo.
Imagina que tan íntimo y personal se sentiría una reunión en la que los que dirigen la alabanza tomaron un tiempo antes de la reunión para conectar con todos los que asistieron a la reunión, logrando así tener una idea de cómo vienen las personas a la iglesia, qué necesidades tienen y de qué es lo que Dios quisiera hacer con ellas. O bien, imagina cómo es que sería una reunión en la que una persona nueva que llegó con reservas a la iglesia fue bien recibida desde la entrada, no sólo recibiendo un saludo superficial sino todo lo contrario, logrando sentir que pudo conectar con algunas personas.
Son tantos los ejemplos y tantas las maneras en las que como iglesia pudiéramos lograr esto, lo cual te invitamos a considerar. Definitivamente, una iglesia que conecta es una iglesia que hará de la necesidad de conectar, un poder para crear reuniones íntimas, personales y que trascienden de una manera más profunda con cada uno de los asistentes.
Recuerda que a la iglesia no van personas que quieren tomar un rol de espectador sino personas que vienen con necesidades y conectar con una comunidad de fe es una de ellas.