Dos familias se reunían semanalmente en las salas de sus casas, tenían un tiempo de alabanza y compartían juntos de la palabra de Dios. Unos años más tarde se convirtieron en una iglesia con un creciente número de creyentes que no solo se conforman con asistir a las reuniones sino que también se involucran en los diferentes ministerios. Esta iglesia cuenta con un gran grupo de servidores, un excelente equipo de alabanza y un ministerio de niños lleno de servidores animosos, y apasionados por servirlos.
Estoy seguro de que la historia que acabas de leer te suena familiar. Posiblemente conozcas alguna iglesia con un trasfondo similar a éste. Sin duda alguna, el “éxito” de una historia como ésta se debe a la suma de diversos factores pero podría asegurar que uno de los más notables es la presencia de líderes que reconocen la gracia de Dios y son fieles a su llamado.
Si hacemos un recorrido desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo, podemos encontrar que a fin de llevar a cabo sus planes, Dios siempre designa líderes con a quienes les otorga el privilegio de ejecutarlos. A éstos, les da la bendición de crecer y “dar mucho fruto”.
En la parábola de los talentos, Jesús habla de tres hombres que tenían talentos. Dos de ellos fueron capaces de multiplicarlos y otro no hizo nada con lo que tenía. En esta historia vemos cómo el señor de la parábola celebró la multiplicación de los primeros dos mientras que “reprobó” a quien por temor escondió lo suyo y no hizo nada por hacerlo crecer.
Como líderes, es nuestra responsabilidad hacer crecer todo aquello que Dios nos ha confiado. Sé que probablemente lo primero que te vino a la mente al escuchar esto fue aumentar el número de congregantes pero no me refiero solo a eso. Hablo de aspectos espirituales como por ejemplo; el crecimiento de la relación que nuestro equipo tiene con Dios y de su carácter. ¿Cómo procuramos esto?
Ciertamente no existe una sola respuesta a esta pregunta pero poner atención en los patrones que siguen los buenos líderes puede ser de mucha ayuda. Por lo anterior, queremos compartir contigo 4 características de aquellos que llevan su liderazgo a otro nivel.
1. Toman responsabilidad propia
Los líderes reconocen que no siempre pueden tener el control de todo. Están conscientes de que no todo sale como fue planeado. Dentro del ministerio existen obstáculos y barreras. Sin embargo, un buen líder nunca le echa la culpa a la situación para justificar su falta. Al contrario, un buen líder asume la responsabilidad de tomar cada reto como una oportunidad de crecer. Por ejemplo, en lugar de decir: “es que si ellos hicieran tal… entonces yo podría tal…” dice algo como esto: “a pesar de que ellos tal… yo voy a hacer un plan para tal…”. En fin, un líder siempre tiene la actitud y perseverancia para salir adelante sin importar las circunstancias que están alrededor de su equipo.
2. Siempre están aprendiendo
Un líder que lleva a otro nivel nunca se conforma con lo que sabe y mucho menos piensa que lo sabe todo. Siempre busca aprender de otros líderes. No sé si lo has notado pero una de las preguntas que con más frecuencia se hacen a líderes importantes en el mundo es: “¿a quién admiras?” y si prestas atención a esa pregunta, podrás darte cuenta de que los entrevistados siempre tienen una respuesta clara. Siempre tienen en su radar personas de quienes aprender ya se por medio de libros, entrevistas, documentales, personajes históricos o algún otro ejemplo.
3. Están rodeados de personas
Nunca verás a un líder trabajando solo, al contrario, siempre estará rodeado de personas. Los líderes reconocen que sus capacidades y su conocimiento están limitados, por o tanto saben que lo mejor que pueden hacer es rodearse de personas con capacidades y habilidades que puedan aportar talento a su equipo.
4. Dan oportunidades
Los buenos líderes no solo se rodean de personas con diferentes capacidades sino que a menudo crean la oportunidad de que estas personas aporten ideas u opiniones pero no sólo eso, también permiten que se involucren en el plan o proyecto que se esté desarrollando.
Por último, podríamos destacar que un buen líder nunca está preocupado por ser reconocido ni engrandecerse, más bien, se enfoca en el avance del equipo y el crecimiento personal del mismo, así como del cumplimiento de sus metas. Lo anterior porque reconoce que el éxito de un proyecto no se debe a su persona sino a la colaboración de todo su equipo. Si recuerdas, cuando uno de estos líderes recibe algún conocimiento y un discurso, por lo general inspirador, siempre suele agradecer y reconocer públicamente a las personas: de quien ha aprendido, que le han apoyado y colaborado junto con él para poder ser merecedor de dicho logro o premio. Esperamos que éstas características puedan ser de bendición para ti y que junto con tu equipo, puedas llevar tus metas y objetivos a otro nivel.