De principio a Fin: Creando experiencias de domingo
Desde la creación, Dios creó al ser humano con algunos medios que le facilitan adaptarse y disfrutar de su entorno. Cada uno de nosotros fuimos “equipados” para desenvolvernos de manera sensorial, emocional y espiritual. Algunas de las herramientas que Dios nos otorgó son los cinco sentidos, los cuales, a través de receptores distribuidos en nuestros diferentes órganos nos permiten captar y responder a diferentes estímulos y vivir así la “experiencia de la vida”.
Desde muy pequeños somos enseñados a conocer cómo funcionan estos sentidos, sin embargo, muchas veces los tomamos por sentado y olvidamos que Dios nos los otorgó con un propósito y que podemos usarlos para adorarlo. Cuando leemos los Salmos, por ejemplo, podemos ver de manera expresa cómo es que estos cantos de adoración en muchas ocasiones utilizan de los sentidos para elevar adoración a Dios.
Salmos 8:3 Cuando miro el cielo de noche y veo la obra de tus dedos —la luna y las estrellas que pusiste en su lugar—, me pregunto: 4 ¿qué son los simples mortales para que pienses en ellos, los seres humanos para que de ellos te ocupes?
Salmos 49:4 Escucho con atención muchos proverbios y resuelvo enigmas con la inspiración del sonido de un arpa.
Salmos 143:6 A ti levanto mis manos en oración; tengo sed de ti como la tierra reseca tiene sed de lluvia. Interludio
Salmos 119:103 ¡Qué dulces son a mi paladar tus palabras! Son más dulces que la miel.
Salmos 38. Mis heridas se infectan y dan mal olor a causa de mis necios pecados.
En este artículo queremos hablar de la importancia y participación que los sentidos tienen en nuestra adoración. Así mismo, hablar de cómo es que podemos dirigirlos para que en nuestras reuniones nos lleven a cumplir el propósito de adorar a Dios.
UNA EXPERIENCIA DE ADORACIÓN
Toda logística, planeación y cualquier otro tipo de esfuerzo en la iglesia tienen el único propósito de presentar el evangelio, facilitar encuentros entre las personas y Jesús y finalmente llevar a la persona a adorar a Dios. Es decir, tanto el tiempo de alabanza como la predicación tienen el objetivo final de llevar a los asistentes a conocer de Dios de manera que respondan a Él en adoración. Pero, ¿habías pensado que otro tipo de factores podrían enriquecer estos encuentros?
Normalmente, a la hora de planear una reunión pensamos que todo va a ir de cero a cien cuando comience la alabanza o la predicación, pero creemos que hay muchos otros factores previos a ese momento. Por ejemplo, imagina que vas a un restaurante y hay una horrible fila de espera. Finalmente, después de una tediosa espera logras que te asignen un lugar, el mesero te atiende con una muy mala actitud. Como si fuera poco, la silla en la que estás sentado tiene una pata floja, la mesa está sucia, el menú no es claro y además el mesero no se toma el tiempo de atenderte. Después de varios esfuerzos por atraer la atención del mesero, ordenas y después de una considerable espera recibes tu platillo. Para tu sorpresa está realmente delicioso. ¿Cómo saldrías de ese lugar? Si te preguntaran ¿qué tal estuvo la comida? Posiblemente respondas que la comida está muy buena pero posiblemente durarías si recomendar o no la reunión o posiblemente te sientas confundido porque la comida es buena, pero al final del día, tuviste una muy mala experiencia en el lugar.
Muchas veces, en la iglesia estamos igualmente enfocados en el “plato principal” que es presentar el evangelio a través de las canciones y la predicación. Este plato siempre será perfecto y la necesidad principal de las almas de cada uno de los asistentes. Pero de una manera similar al ejemplo del restaurante, nuestro servicio en la iglesia puede hacer la diferencia y convertirse en una extensión de la manera en la que los asistentes puedan palpar el amor de Dios.
Por esa razón, en la siguiente sección daremos algunos ejemplos de detalles que pueden sumar a la “experiencia de domingo”.
CREANDO LA EXPERIENCIA
A fin de identificar los detalles que pueden ayudar a que el propósito de la iglesia se cumpla y la experiencia de iglesia sea más amena para los asistentes, es necesario ponernos en el lugar de ellos y pensar cómo se vive la reunión cada domingo. Pudiera ser que al estar a cargo de ciertas cosas en la iglesia, estés acostumbrado a llegar tiempo antes para dejar todo listo y tengas tiempo sin experimentar cómo es una llegada a tu iglesia, por ejemplo, ya que por lo regular cuando comienza la bienvenida tu ya estabas adentro del auditorio.
De ser posible, recomendamos que escojas un día para vivirlo como lo hacen los miembros en tu iglesia y mientras lo vives te hagas algunas preguntas. Por ejemplo, ¿qué se siente entrar al lobby? ¿la música de fondo es adecuada, el volumen es muy ruidoso? ¿la música me impidió saludar a otros miembros y relacionarme? ¿alguien se acercó a saludarme? ¿me hicieron sentir bienvenido? ¿la temperatura del auditorio me permitió poner atención al mensaje? ¿la iluminación del lugar fue la adecuada? En general, piensa si la “experiencia” de domingo se presta para que el evangelio se predique o si, al contrario, todos esos estímulos a nuestros sentidos como las luces, la música, etc. son un distractor para lograrlo.
Todo este ejercicio te será útil para descubrir si existen algunos factores que estén haciendo que haya distractores y te podrá servir para darte cuanta qué camino están tomando como equipo. Puede ser que haya algunas cosas dentro de la logística que puedan ajustarse para hacer que el mensaje sea recibido de la mejor manera.
La idea detrás de todo es simplemente hacerte ver que las reuniones no tienen que ir de cero a cien de un instante a otro y que hay muchos factores alrededor de la predicación y la alabanza que pueden ayudar a construir una experiencia que no solo ayuden a que la persona se sienta más cómoda sino que incluso pueden aportar al mensaje y finalmente cumplir con la meta de que las personas sean expuestas al evangelio.