¿Algunos llamados y otros no?
No puedo evitar recordar una experiencia que tuve en un evento cuando hablamos acerca del llamado. Era un evento de jóvenes, era una conferencia, y en este evento había una asistencia de aproximadamente 5000 jóvenes.
Era un ambiente increíble, se percibía la pasión y una atmósfera de fe en todo el auditorio.
Después de un tiempo extraordinario de alabanza, subió a la plataforma un predicador que aprovechó la oportunidad para hablarnos a todos nosotros acerca del llamado de Dios para nuestras vidas.
Concluyendo su mensaje realmente pude ver que este, tuvo un impacto genuino y poderoso, no sólo por la reacción que bien los demás si no aún también por cómo impactó mi propia vida.
Por supuesto que un mensaje como este despierta una expectativa y una emoción al considerar que Dios está considerando mi vida para algo más grande que mi mismo.
Después de este evento con todo el ánimo y toda la fe, sucedió que regresé a mi realidad. Una realidad en donde no había auditorios tan grandes, no habían miles de jóvenes listos para escuchar, ni mucho menos yo estaba experimentando ser usado por Dios como lo habías ido aquel predicador del evento.
Y fue ahí en donde comencé a experimentar esta tensión entré un mensaje que generó cierta expectativa en mi vida, y una realidad que no se parecía a ella.
De pronto la idea del llamado pareció ser algo más inalcanzable, e inaccesible que como me lo habían predicado. Si lo pensaba bien, mi manera de procesarlo era, Dios está usando un predicador en una multitud de 5000 personas.
Sumando a toda la gente de ese auditorio, entonces, ¿solo ese predicador estaba viviendo su llamado y las otras 5000 personas no?
Y esta es la realidad que muchas veces algunos enfrentamos. Cuando hablamos del llamado de Dios, no podemos evitar tomar como referencias ciertos hombres y mujeres de fe que Dios ha levantado con una influencia en una magnitud que no es similar a nuestra realidad.
Es entonces que surgen las dudas, pensamos que quizás no todos son llamados por igual, o aún algunos llegan a pensar que estaban equivocados al considerar que Dios los había llamado.
Pero a través de esta entrada quiero compartir contigo algo que a lo largo de los años he ido entendiendo acerca de esta verdad detrás del llamado.
La realidad es que, no existen personas que si están llamadas y personas que no lo están, más bien, todos son llamados, sólo no de la misma manera.
Cada seguidor de Jesús tiene un llamado sobre su vida, esto es una verdad, cada vez que Dios llama a alguien, lo hace con propósito y con significado.
Quizá esta es una verdad que es fácil aceptar, donde a veces nos complicamos es cuando llegamos a la realidad práctica de entender que no todos hemos sido llamados a experimentar las mismas cosas a un nivel práctico.
Pablo lo enseña de la siguiente manera:
1 Corintios 12:29 ¿Acaso somos todos apóstoles? ¿Somos todos profetas? ¿Somos todos maestros? ¿Tenemos todos el poder de hacer milagros? 30 ¿Tenemos todos el don de sanidad? ¿Tenemos todos la capacidad de hablar en idiomas desconocidos? ¿Tenemos todos la capacidad de interpretar idiomas desconocidos? ¡Por supuesto que no!
En otras palabras, lo que Pablo nos está enseñando es que es verdad que todos somos llamados, pero ese llamado tiene diferentes maneras de expresarse, y tiene diferentes funciones.
Sin darnos cuenta, muchas veces nuestro conflicto, es que usamos como referencia a personas que están en una posición muy visible. De tal manera que consideramos que ese debe ser el éxito de una persona que está siendo llamada por Dios.
Pero años después, cuando recuerdo aquel momento en ese auditorio de 5000 personas, algo que no consideré, y que seguro muchas personas tampoco lo hicieron, es que para que aquel predicador hubiera tenido la posibilidad de compartirnos a todos nosotros, hubo un equipo de personas que acomodaron todas las sillas de lugar, hubo un gran equipo de personas que financiaron el evento, hubo un gran equipo de personas que hicieron posible la instalación del sonido, hubo personas que se esforzaron en la decoración, hubo un equipo de personas que se desveló planeando la organización,Hubo otro gran equipo de personas que estuvo dedicada a la oración y estar dispuesta para ministrar a cualquier persona que lo necesite, en fin, ese momento no fue bendición para mí solamente por el mensaje del predicador, sino por la suma del esfuerzo de tantas personas que dieron de su tiempo, de su esfuerzo y de su compromiso, Para que tantos de nosotros pudiéramos ser bendecidos.
Recuerda, el llamado de Dios no necesariamente está expresado de una manera única en las personas que están delante de una plataforma con un micrófono en la mano, más bien, es un llamado a sumar a una gran comunidad, a la iglesia, para que todos juntos podamos contribuir en la extensión y la expansión del mensaje de esperanza que Jesús nos ha dado.
Por lo tanto sí… todos son llamados.