Compartimos una misión, compartimos un ministerio, compartimos el trabajo y las tareas para llegar a nuestros objetivos, compartimos roles y responsabilidades pero al final, Y la pregunta que realmente va a hacer la diferencia es: ¿somos socios o amigos?
Aunque como equipos funcionamos como socios que llevan una misma carga para cumplir los mismos objetivos, debemos de prestar mucha atención en cuál es el núcleo de la naturaleza de la relación que hay en nuestros ministerios.
Quizá podamos darnos cuenta que equipos que se sienten como una organización en sociedad que cumple tareas muchas veces logran resultados, pero nosotros debemos de recordar la esencia de lo que se trata la iglesia a la luz de la Biblia.
En realidad cuando vamos a la biblia, nos daremos cuenta que la iglesia no está compuesta bajo un contrato de sociedad de diferentes integrantes que se comprometen a llevar tareas a cabo, más bien parece algo totalmente diferente:
Gálatas 6:10 Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos el bien a todos, en especial a los de la familia de la fe.
Cuando leemos versículos como este en referencia a nuestro esfuerzo por ayudar, por servir, y por hacer el bien, la Biblia habla de la iglesia no como una institución, sino más bien como una familia, la familia de la fe.
En sí, esta siempre debería de ser la diferencia de la iglesia a cualquier otra organización, el núcleo de las relaciones no tiene su énfasis en un sentido institucional, sino más bien con un corazón familiar.
Podemos organizar de una y 1000 maneras la iglesia, todas estas maneras siempre deben de buscar cumplir la misión a la cual Dios nos ha llamado, sin embargo, nunca debemos de perder de vista el hecho de qué Dios nos ha llamado a ser más que una institución, nos llamó a ser personas que tienen un vínculo de relaciones cercanas, profundas, e íntimas.
Es por esto que como ministerios, debemos poner nuestra énfasis en todo aquello que pueda fortalecer las relaciones dentro de un equipo.
Es normal sentir la tendencia a siempre estar procurando temas de productividad, juntas y planeación dentro de la rutina cotidiana con nuestros equipos de ministerio, sin embargo debemos de reconocer que si sólo es esto lo que nos une, entonces tenemos una gran área de oportunidad para fortalecer las relaciones dentro de nuestro ministerio.
Al final del día, la naturaleza de la iglesia y el impacto de ella se encuentra en las relaciones, no en el desempeño de la organización, sino en el impacto personal que tenemos con todas aquellas personas con las que nos relacionamos.
Así que para concluir de una manera práctica con esta idea queremos hacer algunos recomendaciones para fortalecer las relaciones dentro de nuestro ministerio.
1.Propicia espacios en los que no sólo se procuren juntas de planeación, sino también juntas de recreación. La idea es que nuestro equipo pueda sentir equivalente a la cantidad de tiempo que dedicamos a juntarnos para planear, como también la cantidad de tiempo que dedicamos para conectar entre nosotros y divertirnos.
2.Propicia conversaciones que no sólo tiene que ver con el seguimiento de los planes y la revisión de los resultados, sino que también en estas conversaciones tratamos de saber cómo están integrantes de nuestro equipo. En otras palabras necesitamos a ver cómo están y no sólo lo que están haciendo.
3.Por último, trata de hacer de este equipo una familia. Prioritiza los momentos especiales en la vida de cada integrante, puede ser un cumpleaños, una graduación, cualquier fecha especial en la que puedas traer este calor de familia al núcleo de este equipo.