Un fruto natural, no un fruto producido.
Juan 15.8 Cuando producen mucho fruto, demuestran que son mis verdaderos discípulos. Eso le da mucha gloria a mi Padre.
Jesús nos llamó a dar fruto.
Es la naturaleza de todos aquellos que son sus discípulos, y es la manera en la que adoramos a Dios y le damos gloria. Con una vida que constantemente está dando fruto.
Entre líderes y pastores, es uno de los enfoques principales dentro de todo lo que se hace. Buscar que cada miembro de la iglesia y de los equipos puedan crecer y dar fruto.
Así que cuando hablamos de dar fruto, es una tarea clara, y de la que la mayoría estamos conscientes.
El tema que queremos considerar, y poner sobre la mesa de conversación, no es en sí el tema de dar fruto o no darlo, sino más bien, una pregunta que es sumamente importante: ¿cómo dar fruto?
Industrias y granjas
Hablando de frutos literales, los que compramos en el supermercado para consumo, todos sabemos que hay diferentes maneras en las que se obtienen. Hay frutos que se obtienen de una manera natural en granjas y que crecen de una manera natural, y también sabemos que hay industrias que usan toda clase de métodos artificiales compuestos de todo tipo de clase químicos con el fin de producir un fruto que pueda distribuirse y consumirse.
Por decirlo de una manera resumida, existe el fruto natural y también existe el fruto producido.
Desde unos años atrás este ha sido un tema común en la sociedad el cual ha estado haciendo un énfasis en la necesidad de obtener frutos de origen natural y tratar de evitar a toda costa los frutos producidos.
Aunque esta entrada no tiene que ver con un tema de nutrición, creo que no es necesario ser un experto para saber que lo natural siempre va a ser más saludable que lo producido.
Y así como esto es verdad para la industria de alimentos, pudiéramos encontrar ciertas similitudes también cuando hablamos del fruto que producimos como personas dentro de la iglesia.
Por amor al fruto
Una vez que hemos entendido la importancia de que nuestra meta como líderes es ver fruto en las personas, debemos de ser muy cuidadosos y atentos en no caer en la trampa de que por amor al fruto que Ramos buscar forzarlo de una manera producida y no natural.
La realidad es esta, también cuando hablamos del fruto del carácter de nuestras vidas, sin darnos cuenta podemos operar en cualquiera de estos dos métodos. Y de una manera lógica, debemos de cuidarnos de no estar tratando de obtener el fruto de una manera producida.
¿Cuál es la diferencia?
Para saber el método que estamos utilizando para el fruto necesitamos ampliar un poco más nuestra perspectiva acerca del fruto.
Muchas veces solo nos enfocamos en que al final del día haya un fruto.
Pero el planteamiento que estamos presentando en esta entrada es, no solo fijarnos en que haya un fruto al final, sino a detenernos y prestar atención en el proceso de cómo es el fruto se va desarrollando.
Como líderes, muchas veces nos vamos a enfrentar en la tentación de querer producir el fruto.
Un fruto producido, es cuando es forzado, cuándo es exigido, y cuándo es un criterio para la aprobación y la valoración de la gente.
Es cuando exigimos de una manera obligada a que personas en nuestros equipos se comporten de cierta manera, hablen de cierta manera, o hagan ciertas cosas que sean obligadas y forzadas por nosotros a fin de que puedan aparentar un buen fruto.
El problema de esto, es que los frutos producidos pueden verse muy bien, muy presentables, pero por dentro realmente no contienen la esencia de lo que sería un fruto natural.
Es por esto que luego nos enfrentamos a situaciones en donde personas tenían cierta reputación y cierto desempeño dentro del contexto de la iglesia y de nuestros equipos, pero luego nos sorprende escuchar de que en otros contextos resultaban estar haciendo otras cosas contrarias a lo que aparentaban.
Por decirlo de otra manera simplemente se produjo la imagen de un buen fruto, pero en su interior realmente no se desarrolló como debería de serlo.
La importancia de un fruto natural
Un fruto natural se desarrolla, cuando en lugar de enfocarnos en lo exterior y en la presentación, nos enfocamos en lo interior, en la esencia del fruto, y en su desarrollo natural.
La realidad es que cada uno de nosotros como seguidores de Jesús, daremos fruto del Espíritu no por las exigencias organizacionales, con las obligaciones ministeriales, sino por el fomento y el crecimiento en nuestra relación con Dios y el conocimiento de Su palabra.
En lugar de tener la expectativa y el énfasis en que la gente produzcan fruto, podríamos también prestarle atención en el proceso de desarrollo del fruto.
Asegurarnos de que crezcan en su relación con Dios, en la transformación de su corazón, y en la transformación de sus vidas, de adentro hacia fuera.
Entonces…
Así que, esforcémonos en ayudar a nuestros equipos a que den fruto, pero no un fruto forzado y obligado, sino un fruto natural que es producido como el resultado de una relación creciente con Dios en donde encuentra en transformación en las diferentes áreas de sus vidas.