Seré sincero, la verdad es que no me entiendo a mi mismo. Dentro de mi manera de vivir me encuentro tantas veces deseando hacer lo que es correcto delante de Dios y termino haciendo lo opuesto. Por un lado deseo cumplir Su voluntad pero por otro lado me encuentro viviendo haciendo las cosas que odio…
Esto que acabo de escribir, aunque parezca una confesión personal, en realidad es un fragmento de la Biblia parafraseada.
Sé que pareciera no sonar a la Biblia h pareciera ser un espacio en el que alguien está siendo demasiado real y vulnerable, pero la realidad es que para nuestro ejemplo y animo, efectivamente son las Escrituras
Pablo lo escribió así:
“Realmente no me entiendo a mí mismo, porque quiero hacer lo que es correcto pero no lo hago. En cambio, hago lo que odio. Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo. Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago.”
Romanos 7:15, 18-19 NTV
La Biblia es verdad y es real
Cuando hablamos de la Biblia, los creyentes estaremos de acuerdo que estamos hablando de la verdad eterna e incambiable que surgió de la boca de nuestro grande y poderoso Dios.
La Palabra sostiene el mundo entero y es quien sostiene nuestras vidas.
En otras palabras, la Biblia es poder, es sobrenatural y es espiritual.
Sin embargo, hay algo fascinante acerca de la Biblia cuando hablamos de Su poder. Y es que, A diferencia de cualquier otro libro o religión, o filosofía, no es un libro de historias “épicas“, o de Superheroes. El poder de la Biblia radica en que es verdad, y en esa verdad encontramos a personajes, como lo es el apóstol Pablo, que por supuesto que vivieron momentos victoriosos y gloriosos, pero nunca fueron reservados al narrarnos sus fracasos y debilidades.
Lo real no le resta poder
Cuándo hablamos de poder, una de las cosas que parece no tener sentido nuestra mente es reconocer vulnerabilidad o debilidad. Pareciera que debemos resaltar todo lo que es fuerza, capacidad o triunfo. Pero en la Biblia es diferente, la Biblia reconoce que hay una virtud y hay poder cuando somos vulnerables, cuando somos honestos, y cuando somos reales.
Esta vulnerabilidad, a diferencia de lo que pudiéramos pensar, nunca le resta credibilidad o poder a la Biblia en lo absoluto, de hecho al contrario, nos hace poder relacionarnos de una manera más personal a cada uno de las palabras reales que leemos en cada versículo.
¿Qué me quieren decir?
Habiendo considerado todo lo anterior, la pregunta puede ser ¿qué me quieren decir con todo esto?, Y en sí lo que queremos reconocer por medio de esta entrada es el poder que existe en ser reales.
Como líderes, como servidores, como encargados, muchas veces creemos que debemos mostrar nuestras capacidades o nuestra fuerza delante de nuestros equipos o delante de la gente para lograr tener un poco más de autoridad o credibilidad, Y aunque esto pudiera ser verdad en cierta medida, eventualmente termina siendo un espejismo que se desvanece, ya que no es una realidad que todos los seres humanos vivimos siempre en la cumbre de la victoria.
Ante todo tipo de liderazgo, si hay algo que debemos de agregar a las cualidades y virtudes que tenemos como líderes, debe ser la cualidad de ser real. Así como lo dijimos con la Biblia, tampoco a nosotros nos resta autoridad o influencia con nuestros equipos. Podemos ser vulnerables, podemos reconocer nuestras debilidades, y podemos ser reales, lo cual en lugar de restarnos sucederá todo lo contrario.
El poder de ser real
Cuando somos reales, testificamos a todos los que nos rodean como la gracia de Dios nos sostiene y cómo es su buena mano la que nos mantiene. De alguna manera muy explícita dejaremos ver a todos los que nos rodean como no es nuestras fuerzas, ni nuestro talento, ni nuestras capacidades el centro de lo que somos, sino la gracia de Dios.
En otras palabras inspiraremos a la gente a confiar en Dios por encima de sus talentos.
Por supuesto que esto es algo meramente bíblico, los apóstoles lo hacían constantemente, a través de sus debilidades inspirados en la iglesia a buscar la gracia de Dios para el sustento de sus almas y de sus vidas. Así que el poder de ser real es invitar a la gente a confiar en Dios.
A la vez, otra de los beneficios de ser reales, es que logramos conexiones más sinceras y profundas con las personas que nos rodean. Nuestros equipos comenzarán a sentir la seguridad de poder ser “humanos” contigo y no sólo estar tratando de presentar ante ti sus capacidades y sus talentos.
En otras palabras le daremos permiso a nuestros equipos de ser ellos, y no tener que aparentar una fachada de triunfo y poder todo el tiempo.
Por último
Por último y no menos importante, por si esto no fuera suficientemente bueno, otra oportunidad que tenemos ante este punto es que justamente es nuestra generación la que está pidiendo esto de la iglesia. Como nunca antes las generaciones actuales están fuertemente deseosos de conocer a personas reales que caminan en una relación genuina y vulnerable con Dios.