
El arte de poner tu don en manos de Dios
Hay muchas cosas que sabemos hacer. Cosas que nos salen natural, que incluso disfrutamos, que hemos aprendido o perfeccionado con el tiempo. Tenemos dones, talentos, habilidades… y a veces nos sentimos seguros en ellos. Pero hay algo que cambia radicalmente el rumbo de nuestros dones: ponerlos en las manos de Dios.
Y eso, aunque suene simple, es todo un arte.
Porque no se trata solo de usar el talento dentro de la iglesia, ni de etiquetarlo como “cristiano” para que se vuelva automáticamente santo. Se trata de rendirlo. Y rendir algo implica soltar control, cambiar prioridades, abrazar propósito.
Moisés tenía una vara. Era solo un palo de pastor. En sus manos era una herramienta, un instrumento. Pero cuando la puso en las manos de Dios, esa misma vara abrió el mar, trajo juicio a Egipto, y fue símbolo de autoridad divina. No cambió la vara… cambió quién la usaba.
Lo mismo pasa contigo y conmigo.
Tocar un instrumento, diseñar, escribir, organizar, comunicar… todo eso en nuestras manos puede ser útil. Pero en las manos de Dios puede ser eterno.
Poner tu don en sus manos es decirle: “Señor, hazlo a tu manera, no a la mía. No quiero que esto me lleve a mí más alto… quiero que esto te haga a ti más visible. No quiero hacerlo para ser admirado, quiero hacerlo para que tú seas glorificado.”
Y eso requiere corazón. Porque es fácil aferrarnos al reconocimiento, a la zona de confort, a lo que dominamos. Pero cuando le entregamos el don a Dios, también le damos permiso de usarlo cuando quiera, donde quiera, y como quiera.
Ese es el verdadero arte: dejar que el Creador del talento sea también el que marque el ritmo, el que escriba la partitura, el que elija la canción. No solo hacer cosas para Él… sino hacerlas con Él.
Tal vez Dios te está invitando justo ahora a hacer esa entrega. A dejar de usar tu don como una herramienta para brillar, y comenzar a usarlo como un sacrificio vivo de adoración.
No se trata de dejar de servir. Se trata de servir con otro enfoque.
No se trata de dejar de crecer. Se trata de crecer para glorificar.
Porque lo que está en tus manos, puede llegar lejos…
…pero lo que pongas en las manos de Dios, puede llegar al cielo.