Dios entre cables y cajas

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Dios entre cables y cajas


Cuando pensamos en la presencia de Dios, muchas veces nuestra mente corre hacia esos momentos que consideramos espectaculares: la alabanza alcanzando su punto más alto, una palabra que toca el corazón, una atmósfera cargada de emoción, lágrimas corriendo por los rostros. Pensamos en la plataforma, en el escenario, en el momento. Y claro que Dios está ahí. Por supuesto que se mueve en medio de su pueblo cuando le adoramos con sinceridad. La Biblia lo afirma con claridad: “Dios habita en medio de la alabanza de su pueblo”.

Pero… ¿y si te dijera que también está cuando nadie canta? ¿También está cuando nadie aplaude? ¿También está cuando nadie está mirando?

¿Y si te dijera que también está entre cables y cajas?

En esa parte del auditorio donde aún hay polvo porque nadie más lo ha limpiado. En el rincón oscuro donde alguien está luchando con un cable que no funciona. En el espacio donde una persona está moviendo sillas por décima vez para que todo esté listo. En el momento donde alguien está empacando cosas después de todos se han ido. Allí, donde no hay luces, ni aplausos, ni una historia de Instagram… también está Dios.

Y no solo “está”. Dios se complace en esos actos. Porque en lo secreto, Él ve. Y cuando se sirve con el corazón correcto, esos actos se convierten en adoración silenciosa. En incienso puro que sube hasta el cielo.

La Biblia tiene algo que decir al respecto

En Éxodo 31, Dios llama a Bezalel y a Aholiab. No eran levitas ni profetas. Eran artesanos. Personas que sabían trabajar con sus manos. Dios los llama y los llena de su Espíritu… para trabajar en los detalles del tabernáculo. No para predicar ni cantar, sino para preparar cortinas, muebles, utensilios. Cada uno de esos elementos sería parte del lugar donde Dios habitaría entre su pueblo. ¿Y sabes qué? Eso también era adoración. Eso también era sagrado.

Esto nos recuerda que el polvo no descalifica. Que el cable suelto no significa ausencia de unción. Que el acomodo de sillas no es una tarea secundaria en el Reino. Cada acto hecho con fidelidad, humildad y amor… es parte del altar.

Jesús lo dijo de forma clara: “El que es fiel en lo poco, también en lo mucho lo será” (Lucas 16:10). Pero no debemos entender el “poco” como algo sin importancia. Lo poco puede ser ese domingo donde llegaste antes que todos para encender el proyector. Lo poco puede ser limpiar la bodega de producción. Lo poco puede ser hacer inventario de cables. Pero cuando lo hacemos para el Señor… lo poco se vuelve eterno.

El peligro de pensar que Dios solo se mueve donde hay reflectores

A veces caemos en la trampa de pensar que solo hay “presencia” cuando hay un micrófono o un aplauso. Como si la única forma de estar en el mover de Dios fuera estar en la tarima. Pero cuando limitamos el mover de Dios a un escenario, empobrecemos nuestra visión del Reino. Dios no está buscando luces. Está buscando corazones.

Y muchas veces, los corazones más rendidos no están cantando. Están cargando. No están en el centro. Están en la esquina, asegurándose de que todo esté listo para que otros puedan tener un encuentro con Dios.

¿Estás tú entre cables y cajas?

¿Eres de los que sirve sin ser visto? ¿De los que llega temprano, se va tarde y pocas veces recibe una palabra de agradecimiento? Si es así, quiero recordarte esto con todo mi corazón:

Dios te ve. Y está contigo.

El servicio oculto no es servicio menor. De hecho, es el tipo de servicio que más se parece a Jesús, quien se ciñó la toalla, lavó los pies de sus discípulos y les dijo: “Yo les he dado ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo”.

Así que la próxima vez que te toque organizar el almacén, armar un escenario, mover cajas o desenredar cables… hazlo como quien edifica un altar. Porque lo es. Hazlo sabiendo que allí también se manifiesta Su gloria. No necesitas un micrófono para tocar el corazón de Dios. Basta con un corazón humilde, entregado y dispuesto.

Donde hay un servidor fiel, ahí está Dios. Donde hay amor en lo pequeño, ahí se hace grande el Reino.

Y sí… incluso entre cables y cajas, Él está presente.