Sin duda alguna el COVID-19 vino a cuestionar las prioridades de muchos sectores en la sociedad: la política, la economía y la iglesia no fueron la excepción. Estos días en los que hemos estado encerrados en nuestras casas me he tomado el tiempo de pensar mucho en cómo es que todo cambió radicalmente de la noche a la mañana. Estábamos tan acostumbrados a llegar temprano a nuestras iglesias, prender las luces, conectar los cables, ecualizar, hacer pruebas de sonido y de la noche a la mañana, el servicio que brindábamos ya no es relevante para la iglesia. Pareciera que este virus vino a interrumpir con la agenda de la iglesia impetuosamente: congresos, conferencias, campos de verano, todo se vio afectado. Sin embargo, hoy quiero recordarte que, si bien este virus destrozó los planes de la iglesia, no tomó a Dios por sorpresa. Es mi intención que al final de este artículo podamos recordar algunas maneras prácticas en las que podemos seguir sirviendo a la iglesia en estos tiempos.
¡Alto! Primero que nada…
Antes de que te incorpores de donde sea que estés sentado para conocer estas propuestas, déjame decirte que, si te sientes frustrado, incompleto o desesperado por no estar pudiendo «servir a Dios» con tu liderazgo o con tu instrumento en el escenario, probablemente haya una motivación equivocada en tu corazón. Asegúrate de examinar tu corazón y pedirle a Dios que agradarlo y servirlo a él sea tu único deseo.
Recuerdo una ocasión en la que conversé con una de las señoras ancianas de mi iglesia, ella me contó cómo en una ocasión Dios la confrontó en su juventud porque ella «lo había dejado a él precisamente por servirlo a él». Suena absurdo, ¿no? Pero lamentablemente es algo muy común en la iglesia: hacemos de nuestro servicio algo que nos define, una identidad, y en algunas ocasiones podemos caer en activismo y descuidar nuestra relación con Dios. Por favor, no me malentiendas, de ninguna manera estoy diciendo que tener una vida de servicio en la iglesia esté mal, lo que sí estoy diciendo es que puede haber una motivación equivocada detrás de eso. Por eso, si esta es tu situación, oro que puedas arrepentirte, ponerte a cuentas con Dios, buscarlo de todo corazón y que puedas tomarte un tiempo para disfrutarlo antes de volver a «servirlo».
«Hoy se puede estar inaugurando una iglesia en cada Casa»¡Ahora sí! Esta contingencia trajo nuevos retos para la iglesia, siendo uno de los más fuertes la necesidad de digitalizar todas sus actividades y reuniones, por lo que si tienes habilidades técnicas de sonido y video estoy segura de que podrás ser de mucha ayuda para lograr transmitir todas las reuniones y hacer que pueda llegar el mensaje a más personas. Incluso si tienes habilidades de planeación o de logística, seguramente puedas apoyar organizando todas las grabaciones y la participación de los músicos y oradores. Pero en realidad quisiera también que regresáramos a lo básico y hablarte de algunas otras formas en las que cualquiera de nosotros podemos servir, independientemente de nuestras habilidades técnicas y musicales. Recordemos que la iglesia es nuestra familia espiritual y frente a esta crisis también presenta necesidades. Tenemos una excelente oportunidad para ponerle pausa al ajetreo y poner atención en cosas que verdaderamente importan.
¿Cómo estás? Esta pregunta es demasiado común, pero por lo regular, su respuesta se mantiene en lo superficial. Este es el mejor momento para interesarnos en los miembros de nuestra iglesia, animarlos, orar por ellos, estar al pendiente de ellos, entender sus pruebas y sus carencias, tanto emocionales como espirituales e incluso talvez económicas. En este tiempo, te invito a hacer esta pregunta buscando profundizar más en la respuesta. Posiblemente, a través de ella se te abra la oportunidad de servir a alguno de tus hermanos iniciando un buen plan de lectura juntos para animarse mutuamente. Probablemente te encuentres con la oportunidad de, intencionalmente, ponerte en contacto con un miembro nuevo en la iglesia, tomarte el tiempo de hablar con él y discipularlo. O a lo mejor puedes identificar las necesidades materiales de la iglesia y juntar recursos para hacerlos llegar a los más vulnerables de la familia de fe. También puedes mostrar interés por tus pastores y líderes, orar por ellos y preguntar cómo les puedes servir. A lo mejor se te ocurre hacerle una llamada a algún ancianito de la iglesia que no cuenta con el conocimiento tecnológico necesario para mantenerse «conectado» y descubras que tu simple llamada puede edificarlo. Incluso, si se la haces a miembros fuera de la iglesia, podría resultar beneficioso; a lo mejor ha llegado el tiempo de que invites a alguna reunión online a aquel amigo al que siempre tienes en mente predicarle pero «siempre está ocupado».¡Que interesante tiempo estamos viviendo! Un tiempo en el cual estamos separados físicamente pero aun así, la iglesia está cerrando filas y se está uniendo, no solo entre congregaciones, sino como un solo cuerpo. Me emociona vivir este tiempo en donde estamos regresando a lo elemental. En una sociedad en la que cada vez se predica más la independencia y autosuficiencia, nos estamos haciendo cada vez más dependientes de Dios y de nuestros hermanos en la fe. Y al mismo tiempo, en este tiempo en donde las cuatro paredes de la iglesia permanecen cerradas, se puede estar inaugurando una iglesia nueva en cada casa. Sigamos buscando a Dios en su Palabra y creciendo hombro con hombro con nuestra gran familia de fe. Anke - Equipo Creativo