Sin duda, todos aquellos que formamos parte del equipo de alabanza de nuestra iglesia local estamos viviendo un tiempo muy significativo hoy en día. Las cosas han cambiado en los últimos años; la tecnología ha llegado a nuestras iglesias. Las consolas análogas de 32 canales, que hace pocos años parecían ser lo más reciente en sistemas de audio, han sido reemplazadas por pequeñas consolas que se controlan desde tabletas o celulares. El sistema de monitoreo para la banda, que contaba generalmente con dos altavoces en el suelo, ha sido reemplazado por in-ears inalámbricos con mezcla personalizada para cada miembro del grupo. Inclusive, el modo de ejecutar los tiempos de adoración ha cambiado. Con el uso de secuencias y estructuras pre-planeadas de ejecución, el tiempo de alabanza ya es muy diferente al que muchos conocimos anteriormente.
Y bueno, ¿qué no cambia? Todo cambia, todo el tiempo. Personalmente, esta nueva manera de hacer adoración era algo con lo que mi corazón estaba peleado. «Eso no es adoración», me decía a mí mismo, «es un show». Sin embargo, Dios me mostró tres puntos importantes que quisiera compartirte. Primero, la Palabra de Dios siempre va a ser el fundamento de nuestra adoración. Segundo, los tiempos de adoración siempre serán parte de nuestras reuniones congregacionales (Efesios 5:19). Tercero, en la Biblia no se nos dan instrucciones específicas de cómo deben ser las reuniones dominicales ni los tiempos de adoración. Juan Calvino sabiamente dijo: «[El Maestro] no quiso dictar detalladamente lo que debemos con relación a la disciplina y las ceremonias exteriores (porque Él previó que esto dependía del estado de los tiempos y no consideró que una sola forma se adecuara a todas las épocas)»(Ref.1).
Entendiendo lo anterior surgen dos puntos claves para la postura que debemos tener en cuanto a los cambios que vienen a nuestros equipos de adoración, tanto tecnológicos como en forma de ejecución. (1) No debemos estar peleados con el cambio, ya que éste enriquece y trae un crecimiento de la iglesia; el crecimiento se adapta a las costumbres de cada grupo cultural y época (conforme la iglesia lo requiera); y (2) en medio de todos estos cambios no debemos perder el ancla en la adoración, la cual es «sentirnos satisfechos con Cristo, valorar a Cristo, amar a Cristo y atesorar a Cristo»(Ref.2) sobre todas las cosas. Al final de cuentas, no debemos prestarle atención de más a estas cosas ya que no son indispensables para la salvación de una persona, ni para la adoración. Por lo mismo, no debemos forzar este cambio irreflexivamente o sin motivo que lo amerite. Ora junto con tu equipo y evalúa en amor (Zacarías 7:9), considerando el contexto de tu iglesia, si los cambios que harán serán para edificarla o dañarla.
Por ejemplo, en mi iglesia local hemos podido ver (y disfrutar) cómo algunos de estos cambios la han enriquecido. Nos hemos dado cuenta que el sistema de monitoreo por in-ears n os ha venido de maravilla. Con el manejo de mezclas independientes y controlado desde el dispositivo de cada miembro del equipo, hemos podido lograr una mucho mejor comunicación que cuando teníamos una consola análoga y dos monitores para toda la banda. Al igual, es una bendición contar con un sistema de talkback en el cual el director musical tiene comunicación interna (por los in-ears) con todos los miembros de la banda para poder dirigirlos y poder prevenir o resolver incidentes que interrumpen el tiempo de adoración. Por otro lado, congregacionalmente no nos ha funcionado muy bien el uso de secuencias, ni la música electrónica o el uso de sintetizadores; y evaluando en amor, es algo que no queremos forzar. Como mencioné anteriormente: a final de cuentas, no son cuestiones indispensables para la adoración ni la salvación de una persona.
El objetivo no es casarnos con una sola manera de tener nuestro equipo de sonido y de ejecutar los tiempos de adoración. No debemos ir tras «lo que todas las iglesias están haciendo». Debemos orar y evaluar en amor para entender qué es lo que va a enriquecer nuestra iglesia y su tiempo de adoración comunal.
No le tengamos miedo al cambio, al contrario, usémoslo a nuestro favor. Pidamos por sabiduría y Dios nos la dará (Santiago 1:5) para saber qué es lo que puede bendecir, o no, nuestros tiempo de adoración. Finalmente, escucha a tu congregación. Es enriquecedor escuchar la opinión de nuestros hermanos cada vez que implementamos un cambio. Esto lo hacemos en nuestra iglesia siempre que instalamos nuevos altavoces, o compramos nuevos micrófonos, amplificadores, etcétera. Lo hacemos inclusive cada vez que añadimos un nuevo canto a la lista de canciones. A fin de cuentas, la iglesia entera es la que adora, no sólo el equipo de alabanza. Usemos el cambio a conveniencia del enriquecimiento de nuestra congregación y para darle a Jesús una mayor y más excelente gloria de la cual Él es digno.
1 Juan Calvino, Institutes of the Christian Religion, ed. John T. McNeill (Filadelfia, Pa.: Westminster Press, 1960), 1.208. ( Institutes, IV, 10, 30).
2 Piper, John. Hermanos, no somos profesionales: El mundo determina la agenda del profesional, Dios la del hombre espiritual (Spanish Edition) (p. 254). Editorial CLIE. Kindle Edition.