
Jesús, el Salvador Creativo
Cuando pensamos en creatividad, solemos asociarla con el arte, la música, el diseño o la innovación tecnológica. Pero si hay alguien que fue verdaderamente creativo en todo lo que hizo, ese fue Jesús. Él, siendo el autor de la sabiduría y el creador del universo, llevó a cabo su ministerio en la Tierra con una creatividad extraordinaria. No solo vino a comunicar verdades del cielo, sino que lo hizo de una manera que la gente pudiera comprender, asimilar y recordar.
Jesús no solo predicó, sino que contó historias, hizo preguntas y utilizó situaciones cotidianas para revelar verdades eternas. Su creatividad no fue un adorno o un recurso opcional, sino una herramienta clave para conectar con las personas y transformar sus corazones. Veamos tres maneras en las que Jesús usó la creatividad en su ministerio:
1. Contó historias
Si algo distinguió la manera en que Jesús comunicó sus mensajes, fue su increíble capacidad de contar historias. No solo habló de verdades importantes, sino que se aseguró de que esas verdades fueran transmitidas de una manera que la gente pudiera comprender y recordar.
Jesús usó parábolas, ilustraciones que tomaban elementos comunes de la vida diaria y los convertían en ventanas a los misterios del reino de Dios. ¿Cómo explicar algo tan inmenso y majestuoso como el Reino de los Cielos? Jesús lo comparó con una semilla de mostaza, con un tesoro escondido en un campo o con una red de pescadores. Tomó lo cotidiano y lo transformó en una enseñanza eterna.
Este enfoque nos enseña que la manera en que comunicamos el mensaje es tan importante como el mensaje mismo. No se trata solo de hablar de la verdad, sino de encontrar la mejor forma de hacerlo para que toque los corazones y se quede grabado en la mente de quienes lo escuchan.
2. Hizo preguntas
Si revisamos los evangelios, veremos que Jesús rara vez daba respuestas directas. En lugar de eso, hacía preguntas.
Cuando hablaba con sus discípulos, con las autoridades religiosas o incluso con personas comunes, Jesús usaba preguntas para invitar a la reflexión. A veces eran retóricas, otras veces eran confrontativas, pero siempre tenían el propósito de llevar a la gente a pensar y a examinar su propio corazón.
“¿Quién dice la gente que soy yo?”
“¿Por qué tienes miedo?”
“¿Quieres ser sano?”
Jesús no solo hablaba a las personas, sino con ellas. Su manera de enseñar no era un monólogo interminable, sino una conversación que desafiaba a sus oyentes a considerar sus propios caminos y su relación con Dios.
Este enfoque nos recuerda que el liderazgo y la enseñanza no se tratan solo de transmitir información, sino de generar transformación. A veces, la mejor manera de ayudar a alguien a entender la verdad no es darle una respuesta inmediata, sino hacerle la pregunta correcta.
3. Usó lo cotidiano para hablar de lo eterno
Jesús tenía la capacidad de tomar un elemento simple de la vida diaria y convertirlo en una revelación del cielo.
Cuando habló con la mujer samaritana en el pozo, empezó con algo tan básico como un vaso de agua. Pero a partir de ahí, llevó la conversación a un nivel más profundo, revelándole su verdadera sed: no la del cuerpo, sino la del alma. La conversación que inició con agua terminó exponiendo el vacío emocional de esta mujer, quien buscaba en las relaciones amorosas algo que solo Dios podía llenar.
Jesús tomó lo físico para hablar de lo espiritual, lo cotidiano para revelar lo divino. No se limitó a predicar desde un púlpito, sino que usó cada oportunidad, cada circunstancia y cada interacción para comunicar el amor y la verdad de Dios.
Conclusión
Jesús fue, y sigue siendo, el Salvador creativo. No solo vino a compartir información sobre Dios, sino a transformar vidas a través de historias, preguntas y ejemplos cotidianos. Nos mostró que la creatividad no es un accesorio, sino una herramienta clave en el ministerio.
Como seguidores de Cristo, tenemos la oportunidad y el llamado de imitar su creatividad en la manera en que compartimos el evangelio. Que nuestras palabras, nuestras acciones y nuestra manera de relacionarnos con los demás reflejen la misma creatividad con la que Jesús nos enseñó.
Que podamos encontrar maneras frescas, auténticas y cercanas de compartir el mensaje más poderoso de todos los tiempos: que hay un Salvador que nos ama y que vino a darnos vida en abundancia.